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El Síndrome del Cuidador

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Síndrome del cuidador

El Síndrome del Cuidador

El Síndrome del Cuidador se ha incrementado en los últimos años debido al aumento de la esperanza de vida de las personas y la aparición de enfermedades y situaciones que provocan la dependencia de familiares. Cada vez hay más personas que se ven en la necesidad de convertirse en el cuidador principal de una persona mayor.

Los cuidados continuos deben ser administrados por todos los profesionales de la salud relacionados con el paciente y también por sus familiares, para poder mantener su carácter integral. Cada vez más, nos basamos en un cuidado centrado en la persona, en sus deseos y necesidades que se extiende hasta las comunidades donde el equipo de cuidados junto a la familia ofrecerá una cobertura básica de atención al paciente.

¿Qué significa persona ser una persona cuidadora?

Persona que se encarga del cuidado de otra persona, de un animal o un lugar. Un cuidador (o proveedor de atención a pacientes) ayuda a una persona que necesita asistencia para cuidarse. Quien necesita apoyo puede ser un niño, adulto o una persona mayor. Es posible que requiera cuidados debido a una lesión, enfermedad crónica o discapacidad. Según la OMS; Es la persona que atiende las necesidades físicas y emocionales de un enfermo, por lo general su esposo/a, hijo/a, un familiar cercano o alguien que le es significativo.

¿Cuál es el rol del cuidador? 

En su ejercicio brinda apoyo a la persona mayor en las actividades de la vida diaria, propiciando la permanencia en su hogar, manteniendo sus roles familiares y sociales con el fin de mejorar su calidad de vida. Sin embargo, es muy común que aparezcan síntomas como estrés, sobrecarga y cansancio. Es de vital importancia evitar que el cuidador se convierta en un paciente invisible. Para ello, es importante entender a qué nos enfrentamos y saber cómo solucionar el síndrome del cuidador.

Sindrome del cuidador

¿Qué es el Síndrome del Cuidador? 

Cuando cuidamos de una persona mayor dependiente, a menudo notamos que nosotros mismos sufrimos dificultades y problemas. Estos pueden darse a nivel físico (dolores, tensión muscular, etc.), psíquico o emocional (estrés, ansiedad, tristeza…), social (disminución de las relaciones familiares y sociales, disminución del tiempo de ocio…) y económicos (disminución de los recursos). A esto se le llama carga del cuidador.

Estos problemas se dan cuando la persona que realiza las tareas principales del cuidado, asume que generalmente será quien se encargue siempre de estas tareas. Es un trabajo no remunerado y de larga duración, que gasta recursos y energías.

Las personas que sufren de síndrome del cuidador sufren una sobrecarga física y emocional constante. Asumen por completo toda la responsabilidad de los cuidados de la persona mayor dependiente, perdiendo en el proceso su propia independencia. Esto provoca al mismo tiempo que sus propios proyectos de vida queden paralizados por periodos largos de tiempo, llegando a ser varios años.

Por este motivo, es primordial que estos cuidadores aprendan a ser conscientes de su sobrecarga, tanto la objetiva como aquella que ellos sientan subjetivamente. En caso contrario, sentimientos de frustración, depresión, ansiedad, estrés, culpa, etc., se darán con suma facilidad. También puede derivar al mismo tiempo en alteraciones de conducta y carácter, así como somáticas (síntomas físicos provocados por situaciones emocionales).

Una vez sean conscientes de la situación, llega el momento de ponerle remedio, ya sea buscando soluciones o tratando de prevenir que estos problemas se den en primer lugar.

La labor de proporcionar cuidados constantes al enfermo por un tiempo prolongado produce con frecuencia en el responsable de la asistencia, astenia, fatiga, sensación de fracaso, deshumanización de la asistencia, insomnio, síntomas somáticos, pérdida del sentido de la prioridad, estado depresivo, aislamiento social, mayor automedicación, irritabilidad, falta de organización, pobre concentración y rendimiento. La pérdida de autoestima, desgaste emocional severo y otros trastornos, que se conocen como el síndrome del quemado, se producen básicamente por:

  1. La transferencia afectiva de los problemas del enfermo hacia quienes le atienden.
  2. La repetición de las situaciones conflictivas.
  3. La imposibilidad de dar de sí mismo de forma continuada que puede llegar a incapacitarle seriamente para continuar en esta tarea.

El agotamiento en la relación de ayuda se puede originar en un desequilibrio entre la persona que apoya, la que recibe esa asistencia y el ambiente donde esta se efectúa.

¿Cuáles son las señales de alerta del Síndrome del Cuidador?

Cuidador

La presencia de algunos de estos síntomas en un cuidador puede ser indicio de sobrecarga:

  • Cansancio persistente.
  • Problemas de sueño.
  • Disminución o abandono de las aficiones.
  • Desinterés por vivir nuevas experiencias.
  • Elevada irritabilidad.
  • Dolores o molestias sin tener ningún problema de salud aparente.
  • Aislamiento social.
  • Consumo de ansiolíticos y/o antidepresivos.
  • Niveles de estrés y/o ansiedad elevados.

Temas de interés

Bibliografía

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¿Qué es la queratosis actínica?

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En la entrada de esta semana vamos a hablar de una enfermedad de la piel que cada vez vemos más en nuestros centros. Estamos hablando de un precáncer frecuente y la tercera enfermedad en incidencia en la consulta de dermatología: la queratosis actínica.

Queratosis Actinica

Antes de profundizar en este tema, vamos a repasar la anatomía de la piel y sus funciones:

La piel es el órgano más grande del cuerpo.  Esta tiene varias funciones importantes en nuestro cuerpo:

  • Protege los órganos internos, los músculos, los nervios y los vasos sanguíneos frente a traumatismos.
  • Regula la temperatura corporal.
  • Importante en el mantenimiento del equilibrio hidroelectrolítico.
  • Capacidad sensitiva para estímulos dolorosos y agradables.
  • También interviene en la síntesis de la vitamina D.
  • Evita que sustancias peligrosas entren en nuestro organismo.
  • Por otro lado, conserva las sustancias químicas y los nutrientes que el cuerpo necesita.
  • Por su color, su textura y sus pliegues nos diferencia a las personas como individuos.

La piel tiene tres capas que son la epidermis (capa superior o externa), la dermis (capa inferior o interna) y capa denominada subcutánea (capa de grasa).

La epidermis es la parte externa de la piel (fina y resistente). Los queratinocitos los encontramos en las células de la capa basal (la capa más profunda de la epidermis) y son la mayor parte de las células que forman la epidermis, estas se mueven hacia la superficie de la epidermis donde se desprenden de forma gradual para ser reemplazados por las células jóvenes. En la capa basal encontramos por toda su capa los melanocitos, estas células producen un pigmento llamado melanina (el que le da el color a nuestra piel, si exponemos la piel al sol, los melanocitos crean más y por consiguiente la piel se oscurece. El propósito principal de la melanina es controlar la filtración de la radiación ultravioleta del sol entre la piel.

Por otra parte, tenemos la capa córnea que es la parte externa de la epidermis, esta es bastante impermeable y si no está dañada evita la entrada de bacterias, virus y otras sustancias extrañas en nuestro organismo. La capa córnea suele ser mucho más gruesa en ciertas zonas del cuerpo que necesitan mayor protección, por ejemplo, en las palmas de las manos o las plantas de los pies En la epidermis también encontramos células de Langerhans, estas son parte del sistema inmunitario de la piel, y tienen un papel importante en la aparición de alergias en la piel porque detectan sustancias extrañas y defienden al cuerpo frente a infecciones.

La dermis es la capa de la piel que sigue a la epidermis (delgada y de un tejido fibroso y elástico, con una gran parte de colágeno y un pequeño componente importante de elastina, esta le da a la piel su flexibilidad y consistencia).

Esta capa contiene terminaciones nerviosas (detectan el dolor, el tacto, la presión y la temperatura, en algunas zonas del cuerpo como por ejemplo los dedos de los pies o de las manos tienen más terminaciones por esta razón estas zonas son más sensibles), glándulas sudoríparas (donde se produce el sudor en respuesta a la calor y al estrés), glándulas sebáceas (crean sebo en los folículos pilosos, es un aceite que hace de barrera contra sustancias externas/extrañas y mantiene la piel suave/húmeda), folículos pilosos (crea el vello corporal con importantes funciones, entre estas renueva la epidermis dañada al tener células madre), y vasos sanguíneos de la dermis (para nutrir la piel y influye en la temperatura corporal).

Dependiendo de la parte del cuerpo varia la cantidad, por ejemplo, en la cabeza habrá una cantidad mayor de folículos pilosos, mientras que en las palmas de las manos/pantas de los pies no los encontraras.

Encontramos debajo de la dermis una capa de grasa, interviene a aislar el cuerpo del calor/frío, puede almacenar energía y hace un relleno protector. también puede cambiar el grosor según la parte del cuerpo desde unos milímetros en los párpados hasta varios centímetros en el abdomen/nalgas.

Existen términos específicos para nombrar los diversos tipos de marcas o protuberancias que pueden aparecer en la piel:

  • Atrofia -> A menudo presenta un aspecto seco y como de papel de fumar arrugado. Es un adelgazamiento de la piel.
  • Bullas -> Ampollas rellenas de líquido más grandes que las vesículas (con un diámetro mayor a un centímetro).
  • Vesículas -> Pequeñas ampollas llenas de líquido y que miden menos de un centímetro. (Ejemplos en los que se forman vesículas o bullas son: herpes zóster, varicela, quemaduras, reacciones alérgicas o irritaciones)
  • Pústulas -> son vesículas que contienen pus.
  • Ronchas -> Son zonas pruriginosas y protuberantes a causa de la inflamación de la piel, si hay presencia de múltiples ronchas se llama urticaria. (son rojas en la piel clara y pueden tener un color mas parecido a la piel perilesional en la piel oscura)
  • Escamas -> Son como un parche escamoso y seco, zonas de la piel donde se acumulan células epidérmicas muertas. (por ejemplo, Psoriasis, Dermatitis seborreica, etc.)
  • Costras -> Aparecen cuando se lastima la piel, y son sangre seca/pus/líquidos cutáneos en la superficie de la piel.
  • Quistes -> los notamos como un bulto (nódulo) en la piel, estas cavidades están llenas de material líquido o semilíquido.
  • Nódulos -> Suelen ser redondos, son zonas de la piel elevadas y sólidas, se encuentran más fácil que las pápulas.
  • Pápulas -> Denominamos a unos bultos sólidos protuberantes con menos de un centímetro (por ejemplo, las verrugas, picaduras de insectos o algunos tipos de cáncer de piel crecen como pápulas.
  • Parches -> Manchas planas que miden más de un centímetro.
  • Placas -> Zonas llanas o elevadas, o también varias pápulas normalmente con más de un centímetro.
  • Úlceras -> Mas profundas que las erosiones penetrando por lo menos la parte de la dermis (pueden intervenir enfermedades que dificultan la cicatrización como la estasis venosa, diabetes, enfermedad arterial periférica o una vasculitis).
  • Erosiones -> Zonas abiertas de la piel debido a la pérdida parcial o total de la epidermis. Aparecen cuando la piel es dañada por infección, presión, irritación o temperatura (no suelen dejar cicatriz una vez curadas).
  • Excoriaciones -> A menudo cubiertas por una costra, lesiones provocadas por raspaduras, fricción o picaduras.
  • Lesión -> Cualquier marca o protuberancia anómalas (en término general).
  • Liquenificación -> Tienen un aspecto de hendiduras profundas, es una piel gruesa con pliegues y arrugas acentuadas. (debido a roce o fricción repetidos)
  • Máculas -> pueden tener cualquier forma, no miden más de un centímetro, son puntos planos y de color (por ejemplo, las pecas, lunares planos).
  • Cicatrices -> La piel normal fue reemplazada por tejido fibroso después de sufrir una lesión.
  • Telangiectasias -> Vasos sanguíneos dilatados cerca de la superficie de la piel (palidecen bajo presión).

Con la edad la dermis y la epidermis son más finas, la piel pierde parte de la capa de grasa, esto da lugar a varios cambios en la piel. Su elasticidad disminuye, es más seca por el deterioro de la función de barrera y también tiene menos aceites esenciales como el sebo. La sensibilidad también está afectada porque tiene menos terminaciones nerviosas. La edad provoca que el número de melanocitos disminuya, estando la piel menos protegida a la radiación ultravioleta. Debido a todos estos cambios en la piel las lesiones son más frecuentes y a priori su curación más lenta.

Todos estos cambios en la piel es la consecuencia del daño causado por el sol a nuestra piel (arrugas finas y toscas, pigmentación irregular, manchas rojas o de color café, una textura áspera, etc.) y aumentando así el riesgo de cáncer de piel.

Definición:

Llamamos queratosis a un crecimiento anormal de la queratina (una proteína importante para la protección de la piel), este acumulo puede acabar en lesiones escamosas o ásperas que dependiendo de su tipo y causa varían en su tamaño y su forma. Diferenciamos tres tipos de Queratosis:  Actínica, Seborreica y Pilaris. Hoy nos interesa la queratosis actínica y vamos a profundizar en este tema.

Queratosis Actinica

La queratosis actínica es también conocida como queratosis solar, pues es causada por la exposición frecuente/intensa a los rayos ultravioleta del sol o de las camas solares. Juegan también un papel importante algunos factores genéticos (el envejecimiento de la persona pues la piel pierde con la edad en elasticidad y es más vulnerable a daños externos; algunas personas pueden tener una predisposición hereditaria).

La diferencia entre una queratosis actínica y un cáncer de piel es que la primera es una lesión benigna con potencial a convertirse en maligna, es decir en cáncer de piel, por eso se considera una lesión premaligna en nuestra piel.

Suele aparecer en personas mayores de 40 años y comúnmente en zonas como la cara, labios, orejas, brazos, manos y cuero cabelludo (en personas calvas). Entre un 5 -10% puede derivar en un cáncer de piel (carcinoma de células escamosas) si no se trata adecuadamente a tiempo.

Síntomas:

La queratosis actínica cambia en el aspecto:

  • Una mancha áspera, seca o escamosa en la piel (por norma general suelen tener un diámetro de menos de 2.5cm).
  • Una mancha plana con una ligera elevación o bulto en la capa superior de la piel.

  • También a veces como una superficie dura, parecida a una verruga.
  • Tiene varios colores, entre rosa, rojo o marrón.
  • Puede producir picazón, ardor, sangrado o costras.
  • Tener mayor sensibilidad o dolor al tacto.
  • La aparición de nuevas manchas o protuberancias en zonas expuestas al sol (en la cabeza, en el cuello, en manos y antebrazos).

 

Factores de riesgo:

Todo el mundo puede desarrollar una queratosis actínica, pero el riesgo aumenta si:

  • La persona tiene la piel clara, es pelirrojo o rubio, tiene ojos claros o azules. La queratosis actínica se produce con mayor frecuencia. Aunque todo el mundo puede desarrollarla.
  • La persona tiene antecedentes de quemaduras por el sol o de una exposición solar intensa.
  • La persona tiende a las pecas o a las quemaduras al exponerse a la luz del sol.
  • La persona es mayor de 40 años, aunque puede aparecer en adultos jóvenes. Cuanto más tiempo viva una persona, más se acumulará el daño solar en la piel. También es más común en hombres.
  • La persona vive en un lugar soleado.
  • La persona trabaja al aire libre.
  • La persona tiene el sistema inmunitario debilitado.
  • Si ya padece de una queratosis actínica es muy probable la aparición de más lesiones en el futuro.
  • Si la persona vive en una región cerca del ecuador (los rayos ultravioletas son fuertes la mayor parte del año) aumenta el riesgo.

Complicaciones:

Detectada y tratada a tiempo la queratosis actínica se puede curar o extirpar. Sin tratamiento algunas de estas manchas se pueden transformar en un carcinoma de células escamosas, este tipo de cáncer normalmente no pone en riesgo nuestra vida si se trata a tiempo.

 

Diagnóstico:

Un dermatólogo evalúa los síntomas y el historial clínico del paciente, y realiza un examen físico de las lesiones en la piel.

Este puede realizar una dermatoscopia para descartar que hay un cáncer de piel.

Si con el tratamiento aplicado no muestra mejoría, se puede realizar una biopsia de piel.

 

Tratamiento:

Es muy importante identificar y tratar la queratosis actínica a tiempo, ya que es un signo de daño en la piel y aumenta el riesgo de desarrollar un cáncer de piel. El dermatólogo es el responsable de pautar y realizar el tratamiento de la queratosis actínica. Existen varias opciones de tratamiento que van a depender de la cantidad de lesiones que tengas, en donde las encontramos, tu edad y tu estado general de salud. Entre estas opciones están procedimientos quirúrgicos, tratamientos tópicos, terapia fotodinámica y combinación de terapias:

Procedimientos quirúrgicos:

Este procedimiento se aplica en los casos con una o mas lesiones aisladas. Entre las diferentes formas de extirpar la lesión cutánea con cirugía están:

  • Exfoliación química_ Este tratamiento implica aplicar un ácido (tricloroacético) directamente en las lesiones que elimina las células alteradas en las lesiones, esto despega las capas superiores de la piel (a veces es posible una sensación de ardor). Lo normal es que la piel crezca de nuevo en unas pocas semanas.
  • Criocirugía_ Se aplica nitrógeno líquido (con un dispositivo tipo spray) para congelar las células malas causantes de las lesiones de la queratosis actínica. Una vez que cae permite que salga una piel sana. No precisa anestesia, al ser indoloro. Es normal que después de las sesiones la piel se hinche o se enrojezca un poco.

  • Raspado y desecación_ se raspa o afeita la lesión, a continuación, se utiliza calor o un agente químico para anular las células restantes.
  • Cirugía con láser_ Se aplica un rayo láser para vaporizar la lesión.

Tratamientos tópicos:

Se aplican cremas, geles y soluciones tópicas en pacientes con numerosas queratosis actínica o generalizadas. Se aplican directamente en la zona afectada de la piel, se tratan lesiones visibles y invisibles con un riesgo mínimo de cicatrización. Los principales son:

  • 5-fluorouracilo_Ayuda a eliminar las células que provocan la lesión y es la más utilizada.
  • Imiquimod_ Fortalece el sistema inmunológico, pues ayuda a matar las células de la lesión.
  • Diclofenaco con ácido hialurónico_ La menos usada y también la hay en gel.

Según el tamaño, forma y localización, el dermatólogo valorara que tipo de pomada utilizar en el tratamiento. Tanto la duración como la cantidad de aplicaciones varia de paciente en paciente, por eso la importancia de respetar las indicaciones del médico.

Terapia fotodinámica (TFD):

Es la aplicación de láser directamente en la lesión. Principalmente indicado en queratosis actínica en la cara o el cuero cabelludo. Antes de la sesión se tiene que aplicar una pomada o administrar por vía intravenosa un medicamento (un sensibilizador a la luz) para ayudar al láser a eliminar las células alteradas. El procedimiento no provoca ni dolor ni incomodidad, dura como 45 minutos. Al acabar se protege la zona de infecciones y lesiones con un vendaje.

Combinación de terapias:

Se pueden combinar terapias de las anteriormente descritas:

  • Criocirugía y TFD.
  • Criocirugía y tratamiento tópico.
  • Tratamientos tópicos y TFD.

La combinación de algunas de estas terapias puede aumentar la fotosensibilidad, asegúrate de consultarlo con tu dermatólogo y protege minuciosamente más tu piel de los rayos del sol durante y después del tratamiento.

 

Prevención:

La mejor prevención es la protección solar, aquí van algunos consejos para proteger tu piel del sol:

  • Pasar menos tiempo al sol, especialmente entre las 10:00h- 16:00h. Y no te quedes mucho tiempo al sol, pues te puedes quemar o tener un bronceado excesivo.
  • Importante aplicar protector solar todos los días. Antes de salir ponte un protector solar de amplio espectro (por lo menos con un factor de protección solar de 30 y resistente al agua), también si el día este nublado (el 80% de los rayos ultravioletas pueden atravesar las nubes). Aplícalo por toda la piel expuesta, así como en los labios un bálsamo labial con protector solar. Lo hay que aplicar por lo menos quince minutos antes de salir, repetirlo mínimo cada dos horas o mas frecuentemente si estas sudando/nadando.
  • Para aun proteger mejor tu piel del sol cúbrete con prendas de tejido ajustado cubriendo los brazos y las piernas. Igualmente utiliza un sombrero con ala ancha que protegerá la cara más que una gorra.
  • Escapa de las camas solares, esta exposición a los rayos ultravioleta daña igual que un bronceado por el sol.
  • Dormir las horas suficientes es importante pues durante ese tiempo es cuando principalmente nuestra piel se regenera (entre 7-9 horas diarias).
  • Importante tanto la hidratación interna como la externa (cremas/sueros). Dos litros de agua diarios mejoran la elasticidad de la piel.
  • Proteger la piel de factores externos (clima, tabaco, mala alimentación, etc) que influyen en el envejecimiento de la piel.
  • Realiza una limpieza facial diaria, ayuda a abrir los poros de la piel revitalizándolos y elimina la suciedad acumulada.
  • Regularmente realiza un autoexamen de tu piel para comprobar si hay crecimientos /cambios significativos en los lunares, pecas, o protuberancias/marcas de nacimiento que ya tenías. Puedes realizar esta revisión con ayuda de espejos. No olvides revisar la cara, el cuello, las orejas, el cuero cabelludo, los brazos y las manos. A menudo es más fácil de sentir que de ver la queratosis actínica, la piel la podemos sentir seca y áspera al tacto, sensible o dolorosa, incluso picazón con sensación de pinchazos o ardor.

  • Después de un tratamiento de la queratosis actínica se recomienda por lo menos una vez al año te examine un dermatólogo la piel minuciosamente para detectar posibles signos de cáncer de piel.
  • Personas con piel clara o que tienen antecedentes de cáncer de piel en la familia deberían consultar regularmente a un dermatólogo.

 

No es fácil distinguir entre unas manchas cancerosas y no cancerosas, por esta razón ante la duda, lo mejor es que un medico sea el que evalúe los nuevos cambios en tu piel, sobre todo si esa nueva mancha escamosa crece, sangra o persiste.

 

 

 

Bibliografía:

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Todo lo que debes saber del Hematoma Subcutáneo

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Hematoma Subcutaneo

El hematoma subcutáneo es una lesión comúnmente diagnosticada en situaciones clínicas que implica la acumulación de sangre en el espacio subcutáneo, generalmente debido a un traumatismo o presión física. Se reconoce clínicamente por la coloración de la piel, que varía del rojo intenso al púrpura, y posteriormente a tonos de verde, amarillo y marrón, conforme la sangre se reabsorbe por los mecanismos fisiológicos del cuerpo. Aunque generalmente se considera una condición benigna, la presencia de hematomas subcutáneos puede ser indicativo de un trastorno de coagulación o de un traumatismo más grave que requiere atención clínica. Este artículo profundiza en los aspectos médicos de los hematomas subcutáneos, incluyendo su fisiopatología, diagnóstico, manejo y prevención.

Pero antes de continuar hablándote de la fisiopatología del hematoma subcutáneo, te recordamos que puedes unirte a nuestra comunidad de profesionales y entusiastas de la salud suscribiéndote a nuestra newsletter. Cada mes compartimos contenido exclusivo con consejos, productos recomendados y artículos prácticos que te ayudarán en tu día a día.

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Fisiopatología del hematoma subcutáneo

El hematoma subcutáneo se forma cuando los vasos sanguíneos pequeños, principalmente los capilares y algunas venas superficiales, se rompen debido a un golpe o presión excesiva. Esta ruptura permite que la sangre fluya fuera de los vasos y se acumule en los tejidos subcutáneos, creando una respuesta inflamatoria local. Los componentes sanguíneos, como los glóbulos rojos, se descomponen lentamente dentro del tejido, liberando hemoglobina. Este proceso lleva a una serie de cambios químicos dentro de los tejidos lesionados, que incluyen la conversión de hemoglobina en biliverdina (un pigmento verde) y bilirrubina (amarillo), los cuales son responsables de la coloración característica del hematoma.

El proceso de reabsorción de la sangre es mediado por el sistema inmunológico. Los macrófagos y otras células fagocíticas son responsables de descomponer los componentes sanguíneos, facilitando la eliminación de los residuos a través del sistema linfático y otros mecanismos de detoxificación. A medida que el hematoma se resuelve, la piel recobra su apariencia normal, y el área lesionada se repara mediante la proliferación de fibroblastos que generan colágeno para regenerar la integridad de los tejidos afectados.

Ciclo de descomposición de los glóbulos rojos

  1. Fase temprana (0-24 horas): Durante las primeras horas después de la lesión, los glóbulos rojos intactos liberan hemoglobina, lo que da lugar a la coloración roja del hematoma.
  2. Fase intermedia (1-5 días): La hemoglobina se descompone en biliverdina, un compuesto verde que indica que el cuerpo está comenzando a procesar los productos sanguíneos extravasados.
  3. Fase final (7-10 días): La biliverdina se convierte en bilirrubina, que da lugar a los tonos amarillos o marrones típicos de los hematomas más avanzados en su proceso de curación.

 

Clasificación del hematoma subcutáneo

Los hematomas subcutáneos pueden clasificarse según su localización, tamaño y gravedad. La clasificación es útil para determinar la necesidad de tratamiento y la posible intervención médica. La clasificación incluye:

  • Hematoma superficial: Se limita a las capas más superficiales de la piel y generalmente no requiere tratamiento médico especializado. Se resuelve de forma espontánea en unos pocos días a semanas.
  • Hematoma profundo: Afecta las capas más profundas de la piel, y en algunos casos, puede implicar una mayor pérdida de sangre y daño en los tejidos. Requiere un seguimiento más cercano y, a veces, un tratamiento médico.
  • Hematoma traumático: Provocado por un impacto directo o una caída, que es la causa más común. La severidad del hematoma puede depender de la fuerza y el tipo de lesión sufrida.
  • Hematoma espontáneo: Ocurre sin una causa traumática evidente, lo que puede ser indicativo de trastornos de coagulación o fragilidad capilar. Los hematomas espontáneos deben ser evaluados clínicamente, ya que pueden reflejar un problema subyacente más grave.

Causas del hematoma subcutáneo

La ruptura de los vasos sanguíneos puede ser provocada por una variedad de causas, que van desde traumatismos físicos hasta condiciones médicas preexistentes. Las principales causas incluyen:

  • Traumatismos directos: Golpes, caídas o presión externa son las causas más frecuentes de hematomas subcutáneos. Estas situaciones pueden ocurrir en la vida diaria, el trabajo o la práctica de deportes.
  • Intervenciones médicas: Procedimientos como venopunciones, extracciones de sangre, inyecciones o el uso de catéteres pueden provocar hematomas si no se realiza una técnica adecuada o si se ejerce demasiada presión sobre el vaso sanguíneo.
  • Trastornos de coagulación: Las personas con condiciones como hemofilia o trombocitopatías tienen mayor tendencia a desarrollar hematomas, ya que su sangre tiene dificultades para coagularse adecuadamente. Los anticoagulantes orales, como la warfarina o los inhibidores de la vitamina K, también aumentan el riesgo de hematomas espontáneos.
  • Enfermedades vasculares y envejecimiento: Con la edad, los vasos sanguíneos pueden volverse más frágiles y susceptibles al daño. Además, enfermedades como la arteriosclerosis o el síndrome de Ehlers-Danlos pueden debilitar las paredes de los vasos, lo que facilita la formación de hematomas.
  • Uso de medicamentos: El uso de ciertos fármacos, como los corticosteroides, que debilitan los vasos sanguíneos y la piel, también puede aumentar la susceptibilidad a los hematomas.

 

Síntomas y diagnóstico del hematoma subcutáneo

Síntomas

Los síntomas comunes del hematoma subcutáneo incluyen:

  • Coloración cambiante de la piel: Inicialmente roja o púrpura, el hematoma cambia gradualmente a tonos azules, verdes, amarillos y marrones.
  • Dolor y sensibilidad: El área afectada suele ser dolorosa al tacto debido a la presión sobre los nervios subyacentes.
  • Hinchazón: La zona afectada puede mostrar inflamación, especialmente en casos de hematomas grandes o profundos.

Diagnóstico

El diagnóstico de un hematoma subcutáneo se basa en la observación clínica de los signos y síntomas. Sin embargo, en casos de hematomas grandes o recurrentes, es posible que se requieran pruebas adicionales:

  1. Ecografía Doppler: Ayuda a evaluar la extensión del hematoma y detectar complicaciones adicionales, como la formación de coágulos.
  2. Análisis de sangre: Los análisis de sangre pueden ser necesarios para evaluar la función de coagulación, especialmente si los hematomas son recurrentes o no tienen una causa evidente.
  3. Exploración física: La palpación del área afectada ayuda a evaluar la consistencia del hematoma y a distinguir entre un hematoma subcutáneo superficial y uno profundo.

Tratamiento del hematoma subcutáneo

El tratamiento para los hematomas subcutáneos suele ser conservador, aunque en algunos casos, especialmente los hematomas grandes o profundos, pueden requerir intervención médica. El tratamiento incluye:

  1. Reposo y elevación: Evitar el uso excesivo del área afectada ayuda a reducir la inflamación. Si el hematoma está en una pierna o brazo, elevar el área ayuda a disminuir la hinchazón.
  2. Aplicación de hielo: La aplicación de hielo en las primeras 24 a 48 horas puede ayudar a reducir la inflamación y aliviar el dolor. Se recomienda aplicar una bolsa de hielo envuelta en un paño durante 20 minutos cada 2 horas.
  3. Medicamentos para el dolor: Los analgésicos como el paracetamol.
  4. Compresión: En algunos casos, los vendajes de compresión ayudan a controlar la inflamación y mejorar la circulación en el área afectada.
  5. Drenaje quirúrgico: En casos excepcionales, si el hematoma es extremadamente grande o no se resuelve con las medidas conservadoras, puede ser necesario drenar el hematoma para aliviar la presión y prevenir complicaciones adicionales.

 

Complicaciones del hematoma subcutáneo

Aunque los hematomas subcutáneos generalmente son benignos, pueden dar lugar a varias complicaciones si no se tratan adecuadamente:

  1. Infección: Si hay una herida abierta o si el hematoma se asocia con un procedimiento quirúrgico, puede haber riesgo de infección.
  2. Trombosis o embolia: En casos raros, un hematoma profundo puede llevar a la formación de coágulos sanguíneos, que pueden desplazarse y obstruir los vasos sanguíneos más importantes.
  3. Daño nervioso o muscular: En hematomas grandes o profundos, la acumulación de sangre puede presionar contra los nervios o músculos, lo que puede causar dolor crónico o disfunción.

 

Prevención del hematoma subcutáneo

Si bien no siempre es posible prevenir un hematoma, existen algunas estrategias que pueden reducir el riesgo de desarrollarlos:

  • Uso de equipo de protección: En actividades deportivas o laborales de alto riesgo, se debe usar equipo de protección como rodilleras, coderas y cascos.
  • Control de anticoagulantes: Las personas que toman medicamentos anticoagulantes deben ser monitoreadas regularmente para asegurarse de que no desarrollen hematomas espontáneos.
  • Técnica adecuada en procedimientos médicos: Los profesionales de la salud deben seguir procedimientos estrictos para evitar la lesión de los vasos sanguíneos durante las intervenciones clínicas.

Cómo se convierte un hematoma subcutáneo en una herida

La conversión de un hematoma subcutáneo en una herida puede ocurrir de varias formas:

  • Ruptura de la piel debido a la presión interna: Cuando un hematoma es grande y la sangre se acumula de manera significativa debajo de la piel, la presión interna puede hacer que la piel se estire y eventualmente se rompa. Esto puede generar una herida abierta en el sitio donde se encontraba el hematoma.
  • Infección e inflamación: Si un hematoma se infecta, la acumulación de pus y la inflamación en los tejidos afectados pueden debilitar la piel circundante, lo que hace que sea más probable que se rompa. Esta ruptura puede ser parcial o total, dependiendo de la gravedad de la infección.
  • Necrosis de la piel: Si la circulación sanguínea en el área del hematoma se ve comprometida debido a una presión prolongada, la piel puede volverse más frágil y susceptible a la necrosis. El daño celular puede ser tan extenso que la piel se desintegra, generando una herida abierta.

 

  

Prevención de la conversión del hematoma subcutáneo en una herida

Para evitar que un hematoma subcutáneo se convierta en una herida, es importante adoptar medidas preventivas que incluyan un tratamiento adecuado y un seguimiento médico:

  1. Manejo temprano y adecuado:
    • Aplicar hielo en las primeras 24 a 48 horas para reducir la inflamación.
    • Elevar la zona afectada para ayudar a drenar el exceso de sangre acumulada.
    • Utilizar vendajes de compresión si es necesario para limitar la expansión del hematoma y reducir la hinchazón.
  2. Evitar la presión constante sobre el área afectada:
    Especialmente en áreas vulnerables, como las extremidades, es importante evitar la presión excesiva sobre el hematoma. Si el paciente tiene movilidad reducida, es recomendable reposar la zona afectada y evitar el uso excesivo del área lesionada.
  3. Tratamiento de la piel circundante:
    Si la piel sobre el hematoma muestra signos de deterioro o necrosis, debe ser tratada con productos de cuidado de heridas para promover la regeneración y evitar la aparición de úlceras. En algunos casos, es posible que se necesiten apósitos especiales para proteger la zona y prevenir infecciones.
  4. Monitoreo y control de trastornos de coagulación:
    En pacientes con trastornos de coagulación, como hemofilia o aquellos que están en tratamiento con anticoagulantes, se debe tener un seguimiento regular para asegurar que no se formen hematomas espontáneos y que los existentes se traten adecuadamente.
  5. Vigilancia para detectar signos de infección:
    Se debe prestar atención a los cambios en la coloración del hematoma o al aumento del dolor, ya que estos pueden ser signos de infección. Si se presenta fiebre, enrojecimiento o secreción en la zona afectada, es fundamental acudir a atención médica para iniciar el tratamiento adecuado y prevenir la evolución hacia una herida.

Tratamiento cuando un hematoma se convierte en una herida

Si un hematoma subcutáneo evoluciona hacia una herida, el tratamiento se enfoca en promover la cicatrización y prevenir complicaciones. Algunos pasos clave en el tratamiento incluyen:

  1. Limpieza de la herida:
    La herida debe ser limpiada cuidadosamente para eliminar cualquier residuo de sangre o tejido necrosado. Esto ayuda a prevenir infecciones y facilita la regeneración del tejido.
  2. Uso de apósitos adecuados:
    El uso de apósitos que mantengan un ambiente húmedo y estéril es esencial para fomentar la curación de la herida. Los apósitos deben ser cambiados regularmente para evitar infecciones y permitir la reepitelización.
  3. Control de la infección:
    Si la herida presenta signos de infección, se deberá de acudir a su médico de atención primaria para valoración de tratamiento antibiótico, dependiendo de la gravedad. En algunos casos, puede ser necesario realizar un drenaje si hay abscesos.
  4. Terapia de presión negativa:
    En heridas más graves, la terapia de presión negativa puede ser utilizada para promover la curación y reducir la acumulación de líquido en la zona afectada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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¿Qué es el Espolón Calcáneo?

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Espolón Calcáneo

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El espolón calcáneo es una protrusión ósea que se forma en el hueso del talón (calcáneo) como resultado de la acumulación de calcio. Se caracteriza por la formación de un crecimiento óseo en la zona mencionada, y suele ser el resultado de un estrés repetitivo en el talón, así como de otros factores externos que favorecen su aparición.

El espolón calcáneo afecta al 11-21% de la población joven, ascendiendo al 55% en personas mayores de 62 años y hasta el 81% en pacientes que sufren osteoartritis. Hay estudios que demuestran que hasta un 45% de los casos diagnosticados como espolón cursan de manera asintomática.

Espolón Calcáneo

La sintomatología de este síndrome consiste en la presencia de dolor agudo, recurrente, en el área inferior del calcáneo, en la zona medial de la inserción de la aponeurosis plantar, donde el osteofito de forma triangular causa fricción constante contra la fascia plantar.

Aunque, por lo visto anteriormente, el espolón suele ir unido a fascitis plantar, en ocasiones es asintomático y su hallazgo casual al realizar una exploración por otros motivos.

Por tanto, el síntoma predominante es el dolor localizado, que normalmente aumenta con la carga, especialmente al levantarse por la mañana o tras períodos de inactividad.

La zona afectada por el espolón suele volverse sensible al tacto, por lo que presionar el talón provocará exacerbación del dolor. Además, el área alrededor de la protusión tiende a presentar signos de inflamación, lo que contribuirá a aumentar las molestias.

La instauración de los síntomas es lenta pero progresiva, pudiendo llegar a ser realmente incapacitante.

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Diagnóstico 

Antes de realizar un diagnóstico, el profesional sanitario encargado de atender un paciente con sospecha de espolón deberá realizar una historia clínica completa, con una correcta anamnesis en la que recopile toda la información posible sobre el caso que le ocupa. Además de los síntomas que presenta, es de especial interés conocer la duración del dolor, desde cuándo le sucede, actividad física o lesiones que puedan estar relacionadas con la patología, así como el calzado utilizado por el paciente.

A continuación, se procederá al examen físico, donde se deben realizar maniobras para evaluad el dolor y la sensibilidad en la zona afectada.

A nivel palpatorio se buscará inflamación en la tuberosidad medial del calcáneo y se comprobará la existencia o no de nódulos en la fascia plantar.

Se incluirá también una valoración de rangos articulares y de los principales grupos musculares que puedan estar implicados en la zona de dolor.

Una vez finalizada la anamnesis y la exploración, pasaremos a valorar la necesidad de realizar alguna prueba complementaria.

Las pruebas de imagen se utilizan en estos casos para confirmar el diagnóstico de espolón y/o descartar la presencia de otra patología subyacente.

De más a menos utilizada, podemos solicitar las siguientes:

 

  • Radiografía: a través de esta prueba, podemos observar la presencia de crecimiento anormal de hueso en el calcáneo, lo que nos confirmaría el diagnóstico de espolón.Espolón Calcáneo
  • Ecografía: será útil para identificar la inflamación, irritación de los tejidos y posibles cambios estructurales asociados a esta patología.

Espolón Calcáneo

  • Resonancia magnética: esta prueba nos proporcionará una visión más detallada de cualquier cambio en el tejido blando que esté propiciando dolor en la zona.

Causas  

  • Tensión repetitiva o sobrecarga mecánica: actividades que implican un alto impacto o presión constante en el talón como correr, saltar o caminar largas distancias, pueden favorecer la aparición de microtaumatismos que provoquen la aparición de un espolón.
  • Factores anatómicos o anomalías en la biomecánica de la marcha: un aumento o disminución del arco plantar (pie cavo/pie plano) pueden alterar la distribución de las presiones plantares durante la marcha, aumentando la presión sobre el talón y contribuyendo al desarrollo del osteofito.
  • Obesidad: el exceso de peso del paciente ejercerá una carga adicional sobre la estructura ósea y articular del pie, aumentando el riesgo de la formación de espolón.
  • Envejecimiento y degeneración tisular: con la edad, la elasticidad y resistencia de ligamentos y tendones se ve comprometida, pudiendo contribuir a su desarrollo.
  • Patologías asociadas: ciertas condiciones como la artritis pueden influir en su aparición.

Tratamiento 

Actualmente, el tratamiento del espolón se divide en tratamiento conservador o quirúrgico, la elección de uno u otro dependerá de la severidad de la lesión y del tiempo transcurrido desde el debut. La primera línea de tratamiento será la del tratamiento conservador entre los que encontramos distintas opciones terapéuticas:

  • Reposo relativo: evitar actividades de alto impacto, permanecer de pie largos períodos, y, en general, evitar actividades que provoquen exacerbación del dolor, ayudará al reducir la inflamación en el talón.
  • Terapia de frío/calor: la crioterapia localizada servirá como método antiinflamatorio y analgésico. Alternativamente, aplicar calor, ayudará a relajar la musculatura, aliviando así la rigidez en el talón.
  • Terapia física: ejercicios de estiramiento de la fascia plantar podrán aliviar la sintomatología dolorosa, y los de fortalecimiento serán útiles para mejorar la flexibilidad y fuerza de la musculatura del pie y de la parte posterior de la pierna.
  • Soportes plantares: como parte fundamental del tratamiento, se deberá hacer una correcta exploración biomecánica, atendiendo especialmente a los rangos articulares y movimientos musculares, para posteriormente realizar unas plantillas a medida. Estos soportes plantares ayudarán a distribuir de manera homogénea las presiones plantares, reduciendo la carga en el talón, aliviando a su vez las molestias ocasionadas.
  • Antinflamatorios no esteroideos (AINEs): en la fase aguda de la patología, este tipo de medicamento reducirá la inflamación y el dolor.
  • Ondas de choque: estudios recientes han demostrado que utilizar ondas de choque extracorpóreas reduce el dolor de los pacientes durante el día y también durante la noche. Los parámetros aplicados variarán dependiendo de los dispositivos utilizados y de la tolerancia del paciente.
  • Infiltraciones de corticoides y anestésico: en casos de dolor severo, ésta puede ser una elección correcta para bloquear temporalmente las señales de dolor.
  • Infiltraciones de plasma rico en plaquetas (PRP): se han alzado como una alternativa prometedora en el tratamiento del espolón. El PRP, que se obtiene de la propia sangre del paciente, contiene una alta concentración de factores de crecimientos que podrán estimular la reparación de los tejidos y ayudará a reducir la inflamación.

 

Si una vez agotadas las opciones de la primera línea de tratamiento, han transcurrido más de 6-12 meses y el dolor continúa, habrá que valorar la necesidad del tratamiento quirúrgico, en el que podemos distinguir dos procedimientos:

  • Liberación de la fascia plantar: mediante el cual se realizan varios cortes pequeños en la fascia para reducir así la tensión en la misma.
  • Exostectomía: implica la eliminación de la protusión ósea.

Prevención

La prevención del espolón irá encaminada a reducir los factores de riesgo y mantener una correcta salud del pie:

  • Uso de calzado adecuado: serán de elección aquellos zapatos que presenten una correcta amortiguación para ayudar a reducir la presión en el talón. Así mismo, especialmente importante, es que tengan una puntera anatómica, amplia, que permita el movimiento natural del pie.
  • Control del peso corporal: mantener un peso saludable ayudará a reducir la presión sobre los pies y un desgaste excesivo de las articulaciones.
  • Evitar actividades de alto impacto.
  • Mantener una rutina de estiramientos y ejercicios específicos de fortalecimientos muscular.
  • Revisiones podológicas regulares: ayudarán a saber identificar y abordar cualquier problema que surja en los pies antes de que se conviertan en una lesión más grave.

Bibliografía:

  1. Sánchez Y., Cavero S., Tomi I., Fernández Y., Aura N., Marco E. Espolón calcáneo. RSI, 2024;5(4).
  2. Montaña R., García I. Tratamiento del espolón calcáneo: artículo monográfico. RSI, 2024;5(8).
  3. Anglés V., Marcén P. Espolón calcáneo: artículo monográfico. RSI, 2024;5(4)
  4. Montaner C., Omiste A.J., Nerín N., Solanes S. Espolón calcáceno. RSI, 2025; 3(6)
  5. Ortega M, Vidal Seguel N, Miranda Krause R, Olave E. Prevalencia y biometría del espolón calcáneo en la población chilena: estudio radiológico. Int J Morphol. 2022:40(2):540-544.
  6. De Prado Ripoll V, De Prado Ripoll J. Espolón del calcáneo y fascitis plantar. Rev Latin Cir Orto. 2023:5(1):1-17

Bibliografía imágenes:

  1. https://internationalhealthyfootcouncil.org/blogs/noticias/espolon-calcaneo
  2. Ortega M, Vidal-Seguel N, Miranda-Krause R, Olave E. Prevalencia y Biometría del Espolón Calcáneo en la Población Chilena: Estudio Radiológico. Int. J. Morphol. [Internet]. 2022  [citado  2025  Feb  12] ;  40( 2 ): 540-544. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-95022022000200540&lng=es.  http://dx.doi.org/10.4067/S0717-95022022000200540. (RX)

 

 

 

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