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Todo lo que debes saber del Hematoma Subcutáneo

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Hematoma Subcutaneo

El hematoma subcutáneo es una lesión comúnmente diagnosticada en situaciones clínicas que implica la acumulación de sangre en el espacio subcutáneo, generalmente debido a un traumatismo o presión física. Se reconoce clínicamente por la coloración de la piel, que varía del rojo intenso al púrpura, y posteriormente a tonos de verde, amarillo y marrón, conforme la sangre se reabsorbe por los mecanismos fisiológicos del cuerpo. Aunque generalmente se considera una condición benigna, la presencia de hematomas subcutáneos puede ser indicativo de un trastorno de coagulación o de un traumatismo más grave que requiere atención clínica. Este artículo profundiza en los aspectos médicos de los hematomas subcutáneos, incluyendo su fisiopatología, diagnóstico, manejo y prevención.

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Fisiopatología del hematoma subcutáneo

El hematoma subcutáneo se forma cuando los vasos sanguíneos pequeños, principalmente los capilares y algunas venas superficiales, se rompen debido a un golpe o presión excesiva. Esta ruptura permite que la sangre fluya fuera de los vasos y se acumule en los tejidos subcutáneos, creando una respuesta inflamatoria local. Los componentes sanguíneos, como los glóbulos rojos, se descomponen lentamente dentro del tejido, liberando hemoglobina. Este proceso lleva a una serie de cambios químicos dentro de los tejidos lesionados, que incluyen la conversión de hemoglobina en biliverdina (un pigmento verde) y bilirrubina (amarillo), los cuales son responsables de la coloración característica del hematoma.

El proceso de reabsorción de la sangre es mediado por el sistema inmunológico. Los macrófagos y otras células fagocíticas son responsables de descomponer los componentes sanguíneos, facilitando la eliminación de los residuos a través del sistema linfático y otros mecanismos de detoxificación. A medida que el hematoma se resuelve, la piel recobra su apariencia normal, y el área lesionada se repara mediante la proliferación de fibroblastos que generan colágeno para regenerar la integridad de los tejidos afectados.

Ciclo de descomposición de los glóbulos rojos

  1. Fase temprana (0-24 horas): Durante las primeras horas después de la lesión, los glóbulos rojos intactos liberan hemoglobina, lo que da lugar a la coloración roja del hematoma.
  2. Fase intermedia (1-5 días): La hemoglobina se descompone en biliverdina, un compuesto verde que indica que el cuerpo está comenzando a procesar los productos sanguíneos extravasados.
  3. Fase final (7-10 días): La biliverdina se convierte en bilirrubina, que da lugar a los tonos amarillos o marrones típicos de los hematomas más avanzados en su proceso de curación.

 

Clasificación del hematoma subcutáneo

Los hematomas subcutáneos pueden clasificarse según su localización, tamaño y gravedad. La clasificación es útil para determinar la necesidad de tratamiento y la posible intervención médica. La clasificación incluye:

  • Hematoma superficial: Se limita a las capas más superficiales de la piel y generalmente no requiere tratamiento médico especializado. Se resuelve de forma espontánea en unos pocos días a semanas.
  • Hematoma profundo: Afecta las capas más profundas de la piel, y en algunos casos, puede implicar una mayor pérdida de sangre y daño en los tejidos. Requiere un seguimiento más cercano y, a veces, un tratamiento médico.
  • Hematoma traumático: Provocado por un impacto directo o una caída, que es la causa más común. La severidad del hematoma puede depender de la fuerza y el tipo de lesión sufrida.
  • Hematoma espontáneo: Ocurre sin una causa traumática evidente, lo que puede ser indicativo de trastornos de coagulación o fragilidad capilar. Los hematomas espontáneos deben ser evaluados clínicamente, ya que pueden reflejar un problema subyacente más grave.

Causas del hematoma subcutáneo

La ruptura de los vasos sanguíneos puede ser provocada por una variedad de causas, que van desde traumatismos físicos hasta condiciones médicas preexistentes. Las principales causas incluyen:

  • Traumatismos directos: Golpes, caídas o presión externa son las causas más frecuentes de hematomas subcutáneos. Estas situaciones pueden ocurrir en la vida diaria, el trabajo o la práctica de deportes.
  • Intervenciones médicas: Procedimientos como venopunciones, extracciones de sangre, inyecciones o el uso de catéteres pueden provocar hematomas si no se realiza una técnica adecuada o si se ejerce demasiada presión sobre el vaso sanguíneo.
  • Trastornos de coagulación: Las personas con condiciones como hemofilia o trombocitopatías tienen mayor tendencia a desarrollar hematomas, ya que su sangre tiene dificultades para coagularse adecuadamente. Los anticoagulantes orales, como la warfarina o los inhibidores de la vitamina K, también aumentan el riesgo de hematomas espontáneos.
  • Enfermedades vasculares y envejecimiento: Con la edad, los vasos sanguíneos pueden volverse más frágiles y susceptibles al daño. Además, enfermedades como la arteriosclerosis o el síndrome de Ehlers-Danlos pueden debilitar las paredes de los vasos, lo que facilita la formación de hematomas.
  • Uso de medicamentos: El uso de ciertos fármacos, como los corticosteroides, que debilitan los vasos sanguíneos y la piel, también puede aumentar la susceptibilidad a los hematomas.

 

Síntomas y diagnóstico del hematoma subcutáneo

Síntomas

Los síntomas comunes del hematoma subcutáneo incluyen:

  • Coloración cambiante de la piel: Inicialmente roja o púrpura, el hematoma cambia gradualmente a tonos azules, verdes, amarillos y marrones.
  • Dolor y sensibilidad: El área afectada suele ser dolorosa al tacto debido a la presión sobre los nervios subyacentes.
  • Hinchazón: La zona afectada puede mostrar inflamación, especialmente en casos de hematomas grandes o profundos.

Diagnóstico

El diagnóstico de un hematoma subcutáneo se basa en la observación clínica de los signos y síntomas. Sin embargo, en casos de hematomas grandes o recurrentes, es posible que se requieran pruebas adicionales:

  1. Ecografía Doppler: Ayuda a evaluar la extensión del hematoma y detectar complicaciones adicionales, como la formación de coágulos.
  2. Análisis de sangre: Los análisis de sangre pueden ser necesarios para evaluar la función de coagulación, especialmente si los hematomas son recurrentes o no tienen una causa evidente.
  3. Exploración física: La palpación del área afectada ayuda a evaluar la consistencia del hematoma y a distinguir entre un hematoma subcutáneo superficial y uno profundo.

Tratamiento del hematoma subcutáneo

El tratamiento para los hematomas subcutáneos suele ser conservador, aunque en algunos casos, especialmente los hematomas grandes o profundos, pueden requerir intervención médica. El tratamiento incluye:

  1. Reposo y elevación: Evitar el uso excesivo del área afectada ayuda a reducir la inflamación. Si el hematoma está en una pierna o brazo, elevar el área ayuda a disminuir la hinchazón.
  2. Aplicación de hielo: La aplicación de hielo en las primeras 24 a 48 horas puede ayudar a reducir la inflamación y aliviar el dolor. Se recomienda aplicar una bolsa de hielo envuelta en un paño durante 20 minutos cada 2 horas.
  3. Medicamentos para el dolor: Los analgésicos como el paracetamol.
  4. Compresión: En algunos casos, los vendajes de compresión ayudan a controlar la inflamación y mejorar la circulación en el área afectada.
  5. Drenaje quirúrgico: En casos excepcionales, si el hematoma es extremadamente grande o no se resuelve con las medidas conservadoras, puede ser necesario drenar el hematoma para aliviar la presión y prevenir complicaciones adicionales.

 

Complicaciones del hematoma subcutáneo

Aunque los hematomas subcutáneos generalmente son benignos, pueden dar lugar a varias complicaciones si no se tratan adecuadamente:

  1. Infección: Si hay una herida abierta o si el hematoma se asocia con un procedimiento quirúrgico, puede haber riesgo de infección.
  2. Trombosis o embolia: En casos raros, un hematoma profundo puede llevar a la formación de coágulos sanguíneos, que pueden desplazarse y obstruir los vasos sanguíneos más importantes.
  3. Daño nervioso o muscular: En hematomas grandes o profundos, la acumulación de sangre puede presionar contra los nervios o músculos, lo que puede causar dolor crónico o disfunción.

 

Prevención del hematoma subcutáneo

Si bien no siempre es posible prevenir un hematoma, existen algunas estrategias que pueden reducir el riesgo de desarrollarlos:

  • Uso de equipo de protección: En actividades deportivas o laborales de alto riesgo, se debe usar equipo de protección como rodilleras, coderas y cascos.
  • Control de anticoagulantes: Las personas que toman medicamentos anticoagulantes deben ser monitoreadas regularmente para asegurarse de que no desarrollen hematomas espontáneos.
  • Técnica adecuada en procedimientos médicos: Los profesionales de la salud deben seguir procedimientos estrictos para evitar la lesión de los vasos sanguíneos durante las intervenciones clínicas.

Cómo se convierte un hematoma subcutáneo en una herida

La conversión de un hematoma subcutáneo en una herida puede ocurrir de varias formas:

  • Ruptura de la piel debido a la presión interna: Cuando un hematoma es grande y la sangre se acumula de manera significativa debajo de la piel, la presión interna puede hacer que la piel se estire y eventualmente se rompa. Esto puede generar una herida abierta en el sitio donde se encontraba el hematoma.
  • Infección e inflamación: Si un hematoma se infecta, la acumulación de pus y la inflamación en los tejidos afectados pueden debilitar la piel circundante, lo que hace que sea más probable que se rompa. Esta ruptura puede ser parcial o total, dependiendo de la gravedad de la infección.
  • Necrosis de la piel: Si la circulación sanguínea en el área del hematoma se ve comprometida debido a una presión prolongada, la piel puede volverse más frágil y susceptible a la necrosis. El daño celular puede ser tan extenso que la piel se desintegra, generando una herida abierta.

 

  

Prevención de la conversión del hematoma subcutáneo en una herida

Para evitar que un hematoma subcutáneo se convierta en una herida, es importante adoptar medidas preventivas que incluyan un tratamiento adecuado y un seguimiento médico:

  1. Manejo temprano y adecuado:
    • Aplicar hielo en las primeras 24 a 48 horas para reducir la inflamación.
    • Elevar la zona afectada para ayudar a drenar el exceso de sangre acumulada.
    • Utilizar vendajes de compresión si es necesario para limitar la expansión del hematoma y reducir la hinchazón.
  2. Evitar la presión constante sobre el área afectada:
    Especialmente en áreas vulnerables, como las extremidades, es importante evitar la presión excesiva sobre el hematoma. Si el paciente tiene movilidad reducida, es recomendable reposar la zona afectada y evitar el uso excesivo del área lesionada.
  3. Tratamiento de la piel circundante:
    Si la piel sobre el hematoma muestra signos de deterioro o necrosis, debe ser tratada con productos de cuidado de heridas para promover la regeneración y evitar la aparición de úlceras. En algunos casos, es posible que se necesiten apósitos especiales para proteger la zona y prevenir infecciones.
  4. Monitoreo y control de trastornos de coagulación:
    En pacientes con trastornos de coagulación, como hemofilia o aquellos que están en tratamiento con anticoagulantes, se debe tener un seguimiento regular para asegurar que no se formen hematomas espontáneos y que los existentes se traten adecuadamente.
  5. Vigilancia para detectar signos de infección:
    Se debe prestar atención a los cambios en la coloración del hematoma o al aumento del dolor, ya que estos pueden ser signos de infección. Si se presenta fiebre, enrojecimiento o secreción en la zona afectada, es fundamental acudir a atención médica para iniciar el tratamiento adecuado y prevenir la evolución hacia una herida.

Tratamiento cuando un hematoma se convierte en una herida

Si un hematoma subcutáneo evoluciona hacia una herida, el tratamiento se enfoca en promover la cicatrización y prevenir complicaciones. Algunos pasos clave en el tratamiento incluyen:

  1. Limpieza de la herida:
    La herida debe ser limpiada cuidadosamente para eliminar cualquier residuo de sangre o tejido necrosado. Esto ayuda a prevenir infecciones y facilita la regeneración del tejido.
  2. Uso de apósitos adecuados:
    El uso de apósitos que mantengan un ambiente húmedo y estéril es esencial para fomentar la curación de la herida. Los apósitos deben ser cambiados regularmente para evitar infecciones y permitir la reepitelización.
  3. Control de la infección:
    Si la herida presenta signos de infección, se deberá de acudir a su médico de atención primaria para valoración de tratamiento antibiótico, dependiendo de la gravedad. En algunos casos, puede ser necesario realizar un drenaje si hay abscesos.
  4. Terapia de presión negativa:
    En heridas más graves, la terapia de presión negativa puede ser utilizada para promover la curación y reducir la acumulación de líquido en la zona afectada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Insuficiencia Arterial: Qué es, causas, síntomas y tratamientos

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Este artículo es una inmersión profunda en la patología vascular, explicaremos qué es la insuficiencia arterial, sus causas síntomas y tratamientos. Ideal para pacientes o profesionales que busquen entender sus síntomas y las opciones de diagnóstico disponibles.

¿Qué es una arteria y cómo funciona?

La palabra “arteria” proviene del griego ἀρτηρία, que significa “tubo, conducción”. La arteria es el vaso sanguíneo encargado de distribuir la sangre expulsada de las cavidades ventriculares del corazón en cada sístole al resto del organismo y lecho capilar.

Sus paredes son muy resistentes y elásticas para resistir la presión que ejerce la sangre al salir bombeada del corazón. Cada vaso arterial consta de tres capas concéntricas:

  • Interna o íntima: constituida por el endotelio.

  • Media: capa gruesa compuesta por fibras musculares lisas, fibras elásticas y de colágeno.

  • Externa o adventicia: formada por tejido conjuntivo.

Los límites entre las tres capas están generalmente bien definidos en las arterias. Siempre presentan una lámina elástica interna separando la íntima de la media, y (a excepción de las arteriolas) presentan una lámina elástica externa que separa la media de la adventicia. La lámina externa se continúa menudo con las fibras elásticas de la adventicia.

Existen diferentes tipos arteriales:

  • Arterias elásticas: Son los grandes vasos de conducción, la aorta, los troncos innominados, la carótida común y las subclavias. Sus paredes tienen una gran elasticidad, lo que permite hacer más regular el flujo sanguíneo. La capa media esta formada por una gran concentración de capas de elastina, además de células musculares lisas, fibras colágenas, proteoglicanos y glicoproteinas.
  • Arterias musculares: Las principales ramas de distribución, la arteria radial, la arteria femoral, la arteria coronaria y la arteria cerebral (todas ellas importantes ramificaciones). La capa media importante es rica en fibras musculares lisas. Tienen una potente capa adventicia, rica en colágeno y fibras elásticas. Vasa vasorum, nervi vasorum que llegan a la porción más externa de la capa media.
  • Arteriolas: Las ramas terminales que irrigan el territorio capilar. Tiene un tejido menos elástico y más presencia de fibras musculares lisas. La túnica adventicia es escasa.
  • Microcirculación: se refiere al flujo de sangre de las arteriolas y capilares o los capilares y venas, es la parte del sistema circulatorio encargada del intercambio de gases, fluidos, nutrientes y productos de desecho.

 

Definición de Insuficiencia Arterial

La obstrucción arterial se caracteriza por la interrupción del flujo sanguíneo a una determinada parte de nuestro organismo como consecuencia de la oclusión crónica de la arteria que lo irriga. La disminución del flujo sanguíneo ocasiona un aporte insuficiente de oxígeno a las células del organismo , produciendo hipoperfusión, hipoxemia y necrosis si no es restablecida la circulación.

Causas y Factores de Riesgo

Existen varias causas que pueden provocar un estrechamiento de la arteria y disminuir el flujo sanguíneo:

  • Arterioesclerosis: Una placa que se acumula en las paredes de las arterias, compuesta por grasa y colesterol.

  • Trombosis: Un coágulo sanguíneo que se forma en un vaso y permanece allí.

  • Embolia: Coágulo que se desplaza desde el sitio donde se formó a otro lugar.

  • Calcificación vascular: Depósito de sales de fosfato de calcio en la pared de las arterias.

  • Otros: Hipertensión arterial, traumatismos o disección.

Entre los factores de riesgo más importantes implicados en el desarrollo de enfermedades vasculares y, por lo tanto de insuficiencia arterial están el tabaquismo, la diabetes mellitus, la hipertensión arterial sistémica, la dislipidemia, la edad y el sexo masculino.

Signos y Síntomas: ¿Cómo detectarlo?

La ubicación del dolor depende del lugar de la arteria obstruida o estrechada. Los signos más característicos incluyen:

  1. Claudicación intermitente: Calambres dolorosos en caderas, muslos o pantorrillas después de realizar ciertas actividades, como caminar, que desaparecen después de algunos minutos de descanso.

  2. Dolor en reposo isquémico: Si la enfermedad progresa, aparece dolor incluso estando acostado, lo suficientemente intenso como para interrumpir el sueño.

  3. Cambios físicos: Entumecimiento, sensación de frío en la pierna o pie, pérdida de vello, crecimiento lento de las uñas, y piel brillante en las piernas.

  4. Úlceras arteriales: Heridas que no sanan en los dedos de los pies, pies o piernas.

Diagnóstico de la Insuficiencia Arterial

Una adecuada anamnesis es necesaria para realizar un correcto diagnóstico. Para recabar datos disponemos de diferentes métodos:

  • Exploración física: Se palpan cuidadosamente los pulsos (femoral, poplíteo, tibial posterior y pedio). La ausencia de pulso tibial posterior es el mejor discriminador aislado de la isquemia crónica.

  • Índice Tobillo-Brazo (ITB): Fundamental para determinar el grado de afectación.

  • Angiografía: Se inyecta material de contraste para ver el flujo sanguíneo en tiempo real mediante radiografías, resonancia (ARM) o tomografía (ATC).

  • Análisis de sangre: Para medir colesterol, triglicéridos y presencia de diabetes.

Tratamientos Disponibles

El tratamiento empieza con la modificación de los factores de riesgo: dejar de fumar, realizar ejercicio (caminar en patrón ejercicio-descanso) y el control de diabetes/hipertensión.

Tratamientos Farmacológicos:

  • Antiagregantes plaquetarios (Aspirina, Clopidogrel).

  • Fármacos para la claudicación (Pentoxifilina, Cilostazol).

  • Inhibidores de la ECA.

 

Tratamientos Quirúrgicos:

  • Angioplastia: Uso de un balón para reabrir la arteria, a veces con colocación de stent.

  • Cirugía de bypass: Creación de un puente con un injerto para desviar la sangre alrededor de la obstrucción.

  • Tromboendarterectomía: Extirpación quirúrgica de la lesión oclusiva.

En pacientes con úlceras se procederá a la limpieza de estas. Si se ha conseguido la revascularización se realizarán desbridamientos amplios o incluso la amputación parcial (dedos de los pies) con el fin de evitar una sobreinfección de las heridas y conseguir una cicatrización final.

En caso de que la revascularización no funcione, se deberá proceder a la amputación parcial o total de la extremidad afectada, si existe un dolor no controlado o sobreinfección asociada.5

Se les aconseja a los pacientes que eviten el frío y los fármacos vasoconstrictores (por ejem. Seudoefedrina que forma parte de muchos remedios para la sinusitis y el resfriado).3

En CMUC ofrecemos a nuestros pacientes ozonoterapia como tratamiento para la curación de úlceras. El ozono tiene una gran capacidad oxidante que le confiere un importante poder contra bacterias, virus y hongos (este oxida la envoltura externa de bacterias y virus, destruyéndolos). También incrementa la circulación sanguínea, en especial la microcirculación (incrementa la liberación de oxígeno en los glóbulos rojos y así ceder el oxígeno a los tejidos periféricos).

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Caso Clínico

Microinjertos Cutáneos – Casos Clínicos

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Casos clínicos con microinjertos cutáneos

En el primer blog de esta serie de blogs sobre los microinjertos cutáneos, os explicamos los fundamentos de la técnica Hy-Tissue Micrograft (HT-MG): un procedimiento mínimamente invasivo que utiliza microfragmentos de piel autóloga para estimular la cicatrización en heridas crónicas cuando los tratamientos convencionales no han sido eficaces.

En este segundo artículo, nos centramos en la experiencia clínica recogida en el estudio: cinco pacientes con heridas de etiologías diversas tratados mediante HT-MG.

Se trata de un estudio analítico, observacional, transversal y prospectivo, para evaluar la eficacia clínica de esta técnica en términos de cierre de la herida, disminución del dolor y seguridad del procedimiento, manteniendo un enfoque práctico y reproducible en el entorno asistencial.

Perfil de los pacientes y características de las heridas

El estudio incluyó un total de cinco pacientes, seleccionados tras valorar que sus heridas no respondían de forma adecuada al tratamiento convencional con cura en ambiente húmedo (CAH).

La edad media fue de 63,8 años, con cuatro mujeres y un hombre, y una evolución media de las lesiones de dos años, lo que refleja la cronicidad de los casos. El tamaño medio de las heridas fue de 45,8 cm², con variaciones según la localización y etiología.

Las causas de las lesiones fueron variadas, lo que permitió observar la aplicación de la técnica en distintos contextos clínicos:

  • Enfermedad de Hansen 

  • Dos úlceras venosas

  • Una lesión por dermatoporosis grado IV

  • Una úlcera neuropática plantar

Todas las heridas se encontraban limpias, sin signos de infección activa y con un lecho apto para la técnica HT-MG, cumpliendo los criterios establecidos para garantizar la viabilidad del injerto.

Los cinco casos incluidos en el estudio muestran la aplicación práctica de la técnica HT-MG en heridas de distinta etiología, con resultados globalmente positivos.

Caso 1 – Lesión por enfermedad de Hansen

Paciente diagnosticado de enfermedad de Hansen con una lesión cutánea crónica que no respondía al tratamiento convencional.
Tras aplicar el microinjerto autólogo mediante HT-MG, se observó una evolución progresiva hacia la cicatrización, con una reducción del tamaño de la herida hasta un residuo final de 2 × 2 cm al cierre del seguimiento.

Caso 2 – Úlcera venosa crónica

Paciente con úlcera venosa de larga evolución.
Tras la aplicación de HT-MG, se evidenció una mejoría rápida en el aspecto del lecho y una epitelización progresiva, alcanzando la cicatrización completa durante el periodo de seguimiento.

Caso 3 – Úlcera venosa crónica

Segundo caso de etiología venosa, con características clínicas similares al anterior.
El tratamiento con HT-MG permitió una evolución favorable, con formación de nuevo tejido epitelial y cierre completo de la lesión sin complicaciones.

Caso 4 – Dermatoporosis grado IV

Paciente con dermatoporosis avanzada (grado IV), que presentaba una lesión atrófica persistente.
La aplicación de microinjertos cutáneos favoreció una respuesta cicatricial notable, con cierre completo de la herida en las semanas posteriores y mejora del tejido circundante.

Caso 5 – Úlcera neuropática plantar

Caso de úlcera neuropática en la planta del pie, con evolución tórpida pese al manejo convencional.
El procedimiento HT-MG consiguió una epitelización completa sin signos de infección ni recidiva, lo que confirma su utilidad en este tipo de lesiones complejas.

 

Resultados generales y observaciones clínicas

Los resultados globales del estudio muestran una respuesta positiva en todos los casos tratados con microinjertos cutáneos HT-MG. La técnica permitió reducir los tiempos de cicatrización, disminuir el dolor y mejorar la calidad del tejido epitelial obtenido tras el cierre de las heridas.

El tiempo medio de cicatrización fue de aproximadamente 2,5 meses, con una evolución satisfactoria y sin necesidad de hospitalización. Ninguno de los pacientes presentó signos de colonización bacteriana ni infección local tras la aplicación.

El sitio donante (de donde se obtuvieron las biopsias de piel) mostró una recuperación completa entre los 7 y 15 días, sin complicaciones relevantes.

Además, se destacó la facilidad de aplicación del procedimiento, lo que sugiere que puede integrarse en el ámbito ambulatorio o en atención primaria, siempre que se cumplan los requisitos de asepsia, limpieza del lecho y estado general adecuado del paciente.

Consideraciones técnicas y biológicas

El éxito de la técnica se apoya en su base biológica: los microfragmentos obtenidos conservan la matriz extracelular (MEC), que actúa como soporte estructural y favorece la regeneración tisular al mantener nichos celulares activos y factores de crecimiento.

Desde el punto de vista mecánico, se hace referencia al principio de tensegridad, según el cual la estructura de la MEC mantiene la conexión entre las células y el entorno, facilitando su supervivencia e integración en el tejido receptor.

Conclusiones del estudio

El uso de microinjertos cutáneos autólogos (HT-MG) se presenta como una alternativa eficaz y mínimamente invasiva en el tratamiento de heridas crónicas que no responden a los métodos convencionales.

La técnica permite acortar los tiempos de cicatrización, reducir el dolor y obtener una cicatriz funcional y estéticamente aceptable, sin complicaciones infecciosas ni efectos secundarios relevantes.

Entre sus ventajas se encuentran:

  • Procedimiento ambulatorio, sin necesidad de hospitalización.

  • Recuperación rápida del sitio donante.

  • Aplicación sencilla y reproducible, adaptable al entorno de atención primaria o unidades de heridas.

No obstante,  el éxito del tratamiento depende de una correcta selección del lecho, que debe estar bien irrigado y libre de tejido necrótico, fibrinoso o infectado.
La técnica no debe aplicarse directamente sobre hueso o tendón expuesto, ya que comprometería la viabilidad del injerto.

El trabajo demuestra que los microinjertos cutáneos HT-MG pueden ser una herramienta útil dentro del abordaje integral de las heridas complejas, especialmente cuando otras terapias no han logrado resultados satisfactorios.

En CMUC, apostamos por la incorporación de técnicas basadas en evidencia, seguras y adaptadas al paciente, que permitan avanzar hacia una cicatrización más rápida y eficaz.

👉 Si te perdiste la primera parte de esta serie, puedes leerla aquí para conocer cómo funciona la técnica HT-MG paso a paso.

Y no olvides seguirnos para descubrir más sobre las nuevas terapias avanzadas en el tratamiento de heridas crónicas.

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Microinjertos Cutáneos

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El objetivo de esta serie de dos blogs es explicar, de forma clara, una técnica para tratar heridas de difícil cicatrización mediante microinjertos cutáneos autólogos.

En este primer blog resumimos qué es la técnica, cómo se realiza, qué materiales requiere, cuándo no debe aplicarse y qué resultados globales se observaron.

En el segundo blog presentaremos los casos clínicos incluidos en el estudio (enfermedad de Hansen, úlceras venosas, dermatoporosis grado IV y úlcera neuropática plantar), con su evolución y hallazgos principales.

¿Por qué hablar de esto? Porque las heridas crónicas consumen muchos recursos, elevan los costes y empeoran la calidad de vida. Suelen mantenerse en inflamación persistente, con proteasas elevadas que dificultan la regeneración, alteran la matriz extracelular (MEC) y la angiogénesis, favoreciendo una cicatrización deficiente. La microfragmentación tisular se propone como alternativa mínimamente invasiva, capaz de estimular la cicatrización en casos donde el tratamiento convencional no ha sido suficiente.

Este trabajo evalúa la técnica HT-MG en un entorno especializado y describe su aplicación práctica y resultados.

Qué son los microinjertos cutáneos (HT-MG)

Los microinjertos cutáneos autólogos son pequeños microfragmentos de piel obtenidos del propio paciente a partir de biopsias. Mediante un dispositivo estéril de un solo uso (Hy-tissue Micrograft, HT-MG), esas biopsias se fragmentan mecánicamente para generar una suspensión de microinjertos que se aplica en el lecho de la herida y se infiltra en los bordes con el objetivo de estimular la cicatrización cuando los tratamientos convencionales no han sido suficientes.

Materiales y dispositivo necesarios

Para realizar la técnica se emplea el dispositivo Hy-tissue Micrograft (HT-MG), formado por:

  • Micromotor

  • Cápsula de microfragmentación con su conector

  • Base metálica para la fragmentación

Además, se utiliza instrumental de cirugía menor para la obtención y manejo de las biopsias cutáneas.

Procedimiento clínico (paso a paso)

1) Preparación del área

  • Desinfectar el sitio donante y limpiar la herida.

2) Obtención de biopsias

  • Tomar cuatro biopsias de piel del sitio donante.

  • Colocarlas en la rejilla de la cápsula de fragmentación.

3) Preparación de la cápsula

  • Cargar la cápsula con 15 ml de suero fisiológico estéril, sellarla y conectarla al micromotor.

4) Microfragmentación

  • Fragmentación mecánica durante 1 minuto hasta obtener una suspensión turbia de microinjertos.

  • Mantener la herida húmeda con PHMB durante el proceso.

  • Analgesia en bordes según sensibilidad: crema de lidocaína o vaporización de nitrógeno líquido.

  • Infiltrar microfragmentos en la periferia (~0,5 mm hacia la herida) y aplicar en el lecho.

5) Aplicación y cobertura

  • Aplicar la suspensión de microfragmentos sobre el lecho de la herida.

  • Depositar el sobrante sobre un apósito bioactivo de colágeno y ácido hialurónico (Hyalo4 Regen®) y colocarlo sobre la herida.

  • Cubrir con espuma siliconada o apósito con PHMB y asegurar con vendaje (compresivo o de sujeción según etiología).

  • En el sitio donante, colocar fragmentos de 5 mm del apósito Hyalo4 Regen® saturados con el sobrante en los huecos de las biopsias.

Contraindicaciones

La técnica no debe aplicarse cuando el injerto tenga pocas probabilidades de prender por falta de irrigación o por un lecho inadecuado. En concreto, se evita en presencia de:

  • Necrosis en placa

  • Tejido esfacelar

  • Tejido fibrinoso

  • Exposición de tendones o de hueso

En estas situaciones, primero hay que optimizar el lecho (desbridar, controlar la infección, mejorar perfusión, etc.) y solo después valorar el microinjerto.

Para realizar el procedimiento con garantías, se requieren dos condiciones básicas:

    • Paciente en buen estado general.

    • Lecho de la herida limpio y sin signos de infección.

Por qué funciona esta técnica

La microfragmentación cutánea (HT-MG) conserva la matriz extracelular (MEC) como andamiaje natural, lo que favorece la organización del tejido y mantiene nichos celulares útiles para la reparación. En la suspensión resultante hay células viables (como fibroblastos y queratinocitos), además de citocinas y factores de crecimiento implicados en la cicatrización. También se han observado queratina acelular, epitelio, fibrina y linfocitos, elementos que acompañan al proceso de regeneración.
Desde el punto de vista mecano-biológico, el artículo menciona el principio de tensegridad: la MEC contribuye a mantener la conexión célula–MEC y la estabilidad por tensión, lo que favorece la integración de los microinjertos en el lecho receptor.

Resultados observables

  • Tiempo medio de cicatrización aproximado: 2,5 meses.

  • Disminución del dolor durante la evolución.

  • Sin complicaciones por colonización o infección reportadas.

  • Sitio donante con recuperación rápida (7–15 días).

  • Procedimiento sencillo y realizable sin hospitalización, con potencial de implantación en atención primaria.

La microfragmentación de piel con HT-MG es una opción mínimamente invasiva que aprovecha tejido autólogo para estimular la cicatrización en heridas complejas, siempre que el lecho esté limpio y bien irrigado y se eviten las contraindicaciones descritas.

En el próximo blog presentaremos los casos clínicos incluidos en el trabajo (enfermedad de Hansen, úlceras venosas, dermatoporosis grado IV y úlcera neuropática plantar), con su evolución y resultados.

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