Aunque su frecuencia es relativamente baja (afecta al 1% de los pacientes con Insuficiencia Renal y al 4% que se someten a diálisis), suele desarrollarse posteriormente una lesión secundaria como infarto y necrosis de dermis e hipodermis. Por ello mismo, es un proceso grave con elevada morbi-mortalidad que justifica la importancia de diagnosticarlo precozmente y la agresividad de su tratamiento.
¿Qué entendemos por calcificaciones?
Cuando hablamos de calcificaciones nos referimos a depósitos anormales de sales insolubles en aquellas lesiones ubicadas en las extremidades distales dando como resultado vasculitis, úlceras diabéticas o embolos de colesterol. Estas úlceras suelen aparecer con rapidez y ocupan grandes regiones de la piel, afectando finalmente la capacidad de curación de la herida pudiendo causar la sobreinfección de dichas áreas.
Tipos de calcificaciones
Existen 4 tipos de Calcificaciones cutis en función del mecanismo fisiopatológico. A continuación os detallamos los diferentes casos que se pueden diagnosticar (Urbina, 2001):
- Calcificación distrófica, por daño tisular secundario a traumatismos, quemaduras, procesos inflamatorios, degenerativos, neoplásicos, …
- Calcificación metastásica, asociada a diversos trastornos que cursan con elevación de los niveles plasmáticos de calcio y/o fósforo.
- Calcificación idiopática, que no se relaciona con daño tisular ni trastornos metabólicos.
El primer tipo es el caso más frecuente, el cual destaca por sus causas inflamatorias (insuficiencia venosa crónica).
Causas
¿Cuáles son las causas del desarrollo de estas calcificaciones?
Se han propuesto diferentes hipótesis para explicar el desarrollo de estas calcificaciones ectópicas como la anoxia e inflamación que se produce en las piernas por la hipertensión venosa implicando así la necrosis celular y la liberación de células y mediadores inflamatorios, con la producción de radicales libres y el daño del tejido conectivo (colágeno, elastina) o la grasa subcutánea.
¿Cómo diagnosticarlo?
El diagnóstico se puede realizar mediante la palpación y visualización en radiografía o ecografía (Piry, 1992). Cuando el paciente presenta una úlcera cutánea, esta calcificación puede hacerse visible, como un material duro de consistencia ósea y coloración marrón oscura. Normalmente se encuentran fuertemente adheridos al lecho de la herida, con importante dolor al intentar traccionar. Estos depósitos actúan como un cuerpo extraño, que promueve la respuesta inflamatoria en la herida y, por tanto, frena la cicatrización.
¿Qué tratamientos existen?
Respecto al tratamiento de la calcinosis, existen diferentes opciones en el tratamiento de estas osificaciones en las úlceras cutáneas, pero todas implican su retirada del lecho de la herida (Chaverri,2011; Enoch, 2005):
- Lograr un desprendimiento de la calcificación al aportar humedad a la herida con apósitos tipo hidrogel.
- Retirada mecánica con pinza y bisturí. Dado que es doloroso, se recomienda anestesiar previamente la zona.
- Exéresis quirúrgica bajo anestesia si es necesario.
- El desbridamiento radical de la úlcera, con o sin cobertura posterior con injerto cutáneo.
Caso real de nuestra clínica
Os presentamos el caso de una mujer de 83 años, que acudió a nuestra clínica, concretamente a nuestro servicio de enfermería, por una úlcera venosa posflebítica en maleolo externo y una úlcera Martorell en zona gemelar interna, de una evolución de 4 años aproximadamente.
A su llegada se observa calcificación en el lecho de la herida y es posible palparse a través de la piel otra calcificación superior. Mediante la curación con curas húmedas se consigue reconducir la calcinosis superior hacia el lecho de la herida, además de ayudar a provocar un desprendimiento de la calcinosis del lecho de la herida para posterior extirpación con pinzas y mosquito. Esta fue su evolución: