El cáncer sigue siendo una de las principales causas de morbi-mortalidad en el mundo y las previsiones determinan un aumento de casos exponencial con el paso de los años. Se estima que en 2019 sean 277.234 personas las que debuten con casos de cáncer. Uno de los tratamientos más comunes para combatir el cáncer es la radioterapia, recibiéndola más de la mitad de las personas que padecen cáncer. La radioterapia ataca y destruye a las células cancerosas mediante radiaciones ionizantes. Sin embargo, la radioterapia no tiene capacidad de discriminación entre las células cancerosas y las sanas, de manera que daña a estas últimas también, alterando la capacidad de la piel para madurar, reproducirse y repoblarse, produciendo radiodermitis, uno de sus efectos secundarios.
La radiodermitis es un problema habitual entre las personas que reciben este tratamiento, apareciendo en más del 95% de los casos. La intensidad de la reacción depende de varios factores como son el tipo de radiación, la dosis total y la dosis de fracción; el área anatómica afectada, la técnica de tratamiento, la administración de quimioterápicos al mismo tiempo; además de aquellos que dependen del propio individuo (existencia de enfermedades crónicas, tabaquismo, estado nutricional, etc.).
Tipos de lesiones producidas por la radiodermitis
La radiodermitis puede aparecer por una toxicidad crónica, presentándose alteraciones como atrofia, fibrosis, telangiectasias, modificaciones en la pigmentación o alopecia, seis meses después de acabar con el tratamiento de radioterapia y seguir evolucionando hasta pasados cuatro años tras su finalización. También puede darse por toxicidad aguda, presentándose las alteraciones en los primeros seis meses tras la exposición.
Las lesiones clínicas de la radiodermitis aguda aparecen entre 7 y 12 días tras la exposición, se dividen en:.
- Primer grado: Se caracteriza por la aparición de eritema en la zona irradiada, alopecia transitoria y disminución de la actividad de las glándulas sebáceas.
- Segundo grado: Además de eritema aparece edema y ampollas. Se produce una pérdida permanente del pelo y de las glándulas sebáceas. Se da en zona de pliegues.
- Tercer grado: Se produce descamación húmeda en áreas que no son pliegues.
- Cuarto grado: Aparecen úlceras y necrosis a lo largo de la dermis, produciéndose hemorragias espontáneas.
Consejos para prevenir la radiodermitis
Para prevenir posibles manifestaciones es importante:
- Acudir a las sesiones de radioterapia con la piel limpia. Preferentemente lavarse con agua tibia y jabón de pH neutro sin perfume.
- Hidratar la piel al menos dos veces al día.
- Evitar en las zonas a tratar el uso de productos como colonias, perfumes, lociones aromatizantes o productos con elementos metálicos que puedan provocar irritaciones en la piel.
- Evitar el uso de agua caliente, mantas térmicas y la exposición directa al sol.
El tratamiento de la radiodermitis aguda se basa en el empleo de emolientes y corticoides tópicos para aliviar los síntomas locales. En algunas ocasiones, el uso de indometacina y antiinflamatorios no esteroideos por vía oral pueden ayudar a reducir el dolor y el edema.
En las lesiones de Radiodermitis Crónica, la curación es difícil ya que no existe tejido de granulación, siendo necesario a veces un desbridamiento quirúrgico e injertos de piel sana.
Radiodermitis y tratamiento con cámara hiperbárica
La Oxigenoterapia Hiperbárica (OHB) es una terapia no invasiva, que se fundamenta en la obtención de presiones parciales de oxígeno elevadas (de dos a tres veces superiores a la presión atmosférica medida a nivel del mar). La terapia es efectiva en un número importante de patologías, con una relación coste/ beneficio adecuada. En los últimos años se ha desarrollado su uso en el campo de la Oncología, en especial, en el tratamiento y prevención de las complicaciones derivadas del uso de la radioterapia, obteniendo buenos resultados desde la primera sesión recibida, aunque se recomienda un mínimo de sesiones ya que el efecto es acumulativo, comprendiendo entre 30 y 80 sesiones, dependiendo del caso, y siempre tras la valoración y pauta del médico especialista en oxígeno hiperbárica, quién estudiará al paciente en particular y marcará las sesiones mínimas recomendadas para que el tratamiento sea más efectivo dependiendo de las características y necesidades de cada paciente.
La radiación induce daño tisular que afecta al endotelio vascular causando: hipoxia progresiva, inflamación, fibrosis, isquemia del intersticio y subsecuentemente necrosis de tejido.