El vitíligo es una enfermedad crónica que afecta la piel y se manifiesta a través de manchas blancas o áreas despigmentadas. Estas zonas aparecen debido a la pérdida de melanocitos, las células responsables de producir melanina, el pigmento que da color a la piel.
Aunque no causa dolor ni picor, el impacto psicológico del vitíligo puede ser significativo, sobre todo cuando las lesiones se presentan en zonas visibles. De hecho, estudios recientes indican que alrededor del 25% de los pacientes desarrollan algún tipo de comorbilidad psiquiátrica, como ansiedad o depresión.
El origen del término proviene del latín vitium, que significa mancha o defecto. Sin embargo, hoy sabemos que no es un simple defecto, sino una afección autoinmune influenciada por factores genéticos y ambientales.
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Vitíligo segmentario: Suele afectar solo a una parte del cuerpo y se presenta generalmente en niños y adolescentes.
Vitíligo no segmentario: Es el tipo más común y puede aparecer en diferentes zonas del cuerpo de forma simétrica. Representa entre el 85% y el 90% de los casos.
¿A quién afecta el vitíligo? (Epidemiología)
El vitíligo afecta al 0.5-1% de la población mundial. La mayoría de los casos aparecen antes de los 20 años y hasta un 14% debuta antes de los 10 años.
Aunque afecta por igual a hombres y mujeres, se observa una leve mayor prevalencia en mujeres. Además, aproximadamente el 30% de los pacientes tiene antecedentes familiares de vitíligo o de otras enfermedades autoinmunes.
En la infancia, el debut del vitíligo suele estar relacionado con eventos emocionales o situaciones de estrés.
¿Qué causa el vitíligo? (Etiopatogenia)
El origen del vitíligo es multifactorial e implica la interacción de factores genéticos, ambientales y autoinmunes.
Genética: Se ha identificado un componente hereditario en el vitíligo. Los genes implicados están relacionados tanto con la producción de melanina como con el sistema inmunitario.
Estrés oxidativo: En personas con vitíligo, los melanocitos tienen una menor capacidad para contrarrestar el estrés ambiental, lo que propicia la formación de radicales libres que destruyen las células pigmentarias.
Factores ambientales: La exposición a ciertos compuestos químicos puede desencadenar o agravar el vitíligo.
Neurotoxicidad: Esta teoría está especialmente ligada al vitíligo segmentario. Sostiene que los mediadores neuroquímicos, como las catecolaminas, causan daño celular al provocar vasoconstricción e hipoxia en los melanocitos.
Manifestaciones clínicas del vitíligo
El vitíligo se presenta clínicamente a través de manchas despigmentadas (máculas) en la piel, con bordes bien definidos y sin signos inflamatorios. Estas máculas pueden ser acrómicas (totalmente blancas) o hipocrómicas (parcialmente despigmentadas).
El avance de las lesiones es impredecible; en algunos casos permanecen estables durante años, mientras que en otros progresan de forma rápida o gradual. Pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero son más frecuentes en áreas expuestas como la cara, manos, orificios y genitales.
Actualmente, se clasifica el vitíligo de dos formas:
Clasificación según el aspecto de las manchas
Clásico o bicolor: Mancha despigmentada rodeada de piel con pigmentación normal.
Tricrómico: Zonas con distintos grados de despigmentación, incluyendo una tonalidad intermedia entre la piel sana y la lesión.
Cuadricrómico: Presenta cuatro tonalidades: piel sana, hiperpigmentación, despigmentación intermedia y zona acromática.
Folicular: Despigmentación que afecta a áreas de vello o cabello.
Minor: Manchas hipopigmentadas en personas con piel oscura (fototipos V y VI).
Punctata o punteado: Pequeñas manchas de 1-1.5 mm, con despigmentación parcial o total.
Clasificación según la distribución de las manchas
Vitíligo segmentario: Afecta solo a un lado del cuerpo y se presenta de forma unilateral. Es más común en niños y adolescentes, y suele estabilizarse en 1-2 años.
Unisegmentario: Una única lesión.
Bisegmentario: Varias lesiones en un solo lado del cuerpo.
Plurisegmentario: Lesiones bilaterales y diseminadas.
Vitíligo no segmentario: Es el tipo más frecuente y puede presentarse en cualquier etapa de la vida.
Acrofacial: Lesiones en manos, pies y rostro.
Generalizado: Afecta menos del 80% de la superficie corporal.
Universal: Afecta más del 80% de la piel.
Mucoso o vulgaris: Lesiones localizadas en mucosas orales o genitales.
Diagnóstico del vitíligo: cómo se identifica
El diagnóstico del vitíligo es principalmente clínico. Se basa en la observación de manchas blancas y en la evaluación del historial médico del paciente. Sin embargo, en ciertos casos, puede ser necesario utilizar la lámpara de Wood para identificar máculas despigmentadas en piel clara o para delimitar los márgenes de las lesiones.
Durante la anamnesis, se deben evaluar aspectos clave como:
Edad de aparición y evolución de las lesiones.
Localización inicial y progresión de las manchas.
Posibles desencadenantes (estrés, lesiones, exposición a productos químicos).
Comorbilidades autoinmunes y antecedentes familiares.
Impacto psicológico y calidad de vida del paciente.
En casos excepcionales, se recurre a la biopsia cutánea para confirmar el diagnóstico, observándose melanocitos residuales con escasos gránulos de melanina.
Es fundamental distinguir el vitíligo de otras afecciones dermatológicas que cursan con hipopigmentación o despigmentación, tales como:
Esta enfermedad no tiene cura, por tanto, el tratamiento se seleccionará de manera individual para cada paciente, pues no existe en la actualidad uno eficiente capaz de englobar a todos los subtipos de vitíligo.
Esta patología afecta de manera irreversible al 30% de los pacientes, que no responden a ninguna de las líneas de tratamiento disponibles en el mercado.
Los objetivos principales de los distintos tipos de tratamiento son: evitar el avance de la enfermedad, lograr una completa repigmentación de las zonas afectadas y prevenir recaídas. Para conseguir esto se siguen tres enfoques terapéuticos: reducir el estrés oxidativo, regular la respuesta inflamatoria y estimular la regeneración de melanocitos.
Los tratamientos que han demostrado mayor efectividad son los siguientes:
Fototerapia: se trata de la combinación del uso tópico de psolarenos y la radiación UV de onda larga (PUVA). Produce un efecto fototóxico que estimula la producción de melanina, así como la migración y proliferación de melanocitos. Han de realizarse tres sesiones semanales, y la duración del tratamiento variará dependiendo de la efectividad.
Como efectos secundarios destaca la sensación de ardor y aparición de tumores en la piel a largo plazo, pero mediante un control exhaustivo de la dosis de radiación, se minimizan dichos efectos.
Corticoides tópicos: el efecto antiinflamatorio de este tipo de fármacos logra detener la progresión de la enfermedad y favorecer la repigmentación.
La aplicación tópica ha demostrado eficacia similar al uso intralesional de corticoides, por lo que ésta se suele descartar por causar mayores efectos adversos.
Este tratamiento es de administración segura tanto en adultos como en niños, no pudiendo utilizarse durante más de 3 meses seguidos.
Inhibidores de Calcineurina: el tacrolimus 0,1% inhibe la activación y proliferación de las células T, mostrando mayor efectividad en las lesiones de la región de cabeza y cuello.
Actualmente no se ha evaluado la utilización de este tipo de tratamiento a largo plazo en niños, por lo que se desaconseja su uso.
Se han demostrado mejores resultados al ser combinados con la fototerapia.
Corticoides sistémicos: el uso de metilprednisolona oral suprime la progresión de la enfermedad e induce a la repigmentación cuando se emplea en el debut de la patología, pero la gran cantidad de efectos secundarios hace que se reserve su prescripción para casos de vitíligo generalizado.
Técnicas quirúrgicas: estos procedimientos, que son más efectivos en el vitíligo segmentario, utilizan injertos de tejido e injertos de células pigmentadas; y se recurre a ellos en pacientes con la enfermedad estable y que no responden a otros tratamientos.
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